Para quien esté leyendo esto: vamos a hacer un trato. Hagamos como que no han pasado 276 días desde la última entrada en este blog. A cambio, te puedo ofrecer un pequeño vistazo a lo que está pasando por mi cabeza en este momento.
¿Trato?
El año pasado no fue maravilloso, pero no fue horrible. Fue un año normal. No tanto por ausencia de eventos: varias cosas sucedieron que serían consideradas “malas”. Pero al mismo tiempo, sucedieron varias cosas buenas. Entonces, al hacer el cálculo de reflexión que hacemos al final de cada año, mientras entramos en crisis porque wow ya pasó un año y no hice nada de lo que me propuse, saque los números y el cálculo kármico salió en cero. O bueno, salió positivo porque, como siempre dicen, al menos ganamos experiencia.
Si algo aprendí el año pasado, es que muchas de las cosas que pensaba que importaban, realmente no importan. Claro, creo que importan por razones. Pero esas razones suelen estar equivocadas.
Y por esos las cosas no importan. Porque elegimos mal nuestras razones para darle importancia a las cosas.
Quiero dar un ejemplo:
El año pasado reduje drásticamente mi uso de redes sociales, en especial Instagram. Lo hice gracias a una aplicación llamada one sec, que vi en un video de Ali Abdaal. Cuando comencé, puse las 4 aplicaciones que consumían más mi tiempo: Instagram, Twitter (ahora X), Reddit y WhatsApp.
Con WhatsApp rápidamente me di cuenta de que no fue la mejor idea… porque por ahí también se reciben llamadas.
Con X y Reddit, las quité eventualmente, engañándome con ideas de que ¡yo uso esto para aprender cosas importantes! (las coloqué de nuevo a inicios de año).
Pero Instagram fue otra historia.
Si me preguntaban, yo pensaba que era intencional con mi uso de Instagram. Nunca me consideré una persona que lo usaba mucho. Pero la verdad era que me estaba comparando con personas que lo usaban exageradamente. Y un poco menos que exagerado sigue siendo bastante.
No fue hasta que dejé de usar tanto Instagram que me di cuenta el efecto que tenía en mi salud mental. El efecto venía en dos partes: el consumo de contenido, y la (no) creación de contenido.
El consumir es obvio, todos lo hacemos. Ver posts, ver stories, ver reels. Dar like, comentar, mandar DMs. Mandar memes, ver memes. Etc., etc. Se pierde tiempo, te sientes un poco mal porque no estás viviendo la vida de la gente exitosa y maravillosa que sigues. Sin embargo, son cosas de las que estaba consciente.
Pero la otra parte, la (no) creación de contenido era lo que más me afectaba. Digo “(no) creación” porque, aunque tenía intenciones de estar creando contenido para postear (al igual como tenía intenciones de escribir para este blog), no lo estaba haciendo. Y me llegaban ideas, y las anotaba, pero no ejecutaba. Y me decía “Adel, tienes que postear, para que la gente vea tu contenido, y puedas influenciar”. Oh sí, yo quería influenciar gente. Se podría decir que quería ser un influencer (que horrible el pensamiento). ¿Para qué? Probablemente para sentirme validado e importante, supongo.
Pero no estaba creando, y al no crear, me ponía a consumir más. Y al consumir más, me sentía mal porque estaba perdiendo tiempo y porque no estaba viviendo la vida de la gente exitosa y maravillosa que seguía, que sí estaban creando contenido. Uf, doble dolor.

Pero nada de eso importa, realmente. Pero pensaba que importaba, porque tenía razones equivocadas. Lo chulo de plataformas como Instagram es de mantenerte el contacto con tus amistades y conocidos (ojo, mantener el contacto, no brechar y chismear), y conocer cosas nuevas e interesantes. Y tal vez tú puedes subir cosas nuevas e interesantes para otros.
Y eso está genial, pero no para dedicarle tanto espacio en mi cabeza. En especial porque yo no me dedico a eso. Y luego de haberme desintoxicado, me di cuenta de que tampoco quiero eso.
Yo prefiero encontrar o pensar algo que quiero decir, o enseñar, y hacerlo. No darle tanta mente. Porque no importa, no tanto como creía.
Es como esta entrada. No planeaba escribir una entrada hoy, pero abrí el blog y dije “quiero decir algo”. Y ya llevo 736 palabras no planeadas y mínimamente editadas (si ven ortográficos o gramaticales, no los mencionen).
Se siente bien sacar algo porque me surgió hacerlo hoy, y no porque me puse un plan de que tengo que escribir 50+ entradas en mi blog este año (una de mis metas el año pasado, que obviamente no cumplí, por suerte).
En fin, eso es todo lo que tengo que decir por ahora.
¡Recuerden nuestro trato!